La agricultura regenerativa busca restaurar la salud del suelo, mejorar el ciclo del agua y aumentar la resiliencia del agroecosistema, mientras reduce emisiones y captura carbono. Sus pilares coinciden con los principios de agricultura de conservación: labranza mínima, cobertura permanente del suelo y diversificación/rotaciones, que mejoran la materia orgánica y la eficiencia hídrica.
Además de los beneficios productivos, muchas de estas prácticas pueden generar créditos por secuestro de carbono si se miden y verifican correctamente (MRV) y si se ajustan a marcos de calidad como los que impulsa la Unión Europea.
1) Labranza mínima o no laboreo
Reduce la perturbación del suelo, disminuye erosión y pérdida de humedad; combinada con otras prácticas, puede aumentar el carbono orgánico del suelo (SOC) y la eficiencia en el uso del agua.
2) Coberturas y abonos verdes
Mantener el suelo cubierto (residuos o cultivos de cobertura) protege contra la evaporación, mejora infiltración y aporta biomasa para el SOC.
3) Rotaciones y diversificación
Rotar especies (incluyendo leguminosas) rompe ciclos de plagas, mejora estructura del suelo y estabilidad del rendimiento; es uno de los tres principios básicos junto a la cobertura y la mínima labranza.
Efecto en carbono y agua
Los suelos sanos almacenan más carbono (el suelo contiene ~3× el carbono de la atmósfera) y retienen mejor el agua, reduciendo estrés hídrico y necesidades de riego.
Para convertir prácticas en créditos de carbono necesitas un sistema MRV (medición, reporte y verificación) sólido:
Guías y protocolos de FAO (GSOC-MRV) ofrecen metodologías para suelos agrícolas y facilitan la elegibilidad ante programas de incentivos.
El marco europeo de carbon removals y carbon farming avanza hacia criterios de calidad y supervisión para dar confianza a compradores e inversores (CRCF). En la práctica, esto favorece iniciativas que demuestran adicionalidad, permanencia y MRV robusto en la captura de carbono en suelos agrícolas.
Nota: la CAP y líneas específicas están orientando incentivos hacia prácticas que mejoran clima y suelo; conviene seguir las convocatorias y requisitos de cada Estado miembro.
Fase 1 — Parcela piloto (0–90 días)
Fase 2 — Escalado (temporada 1–2)
Fase 3 — Operación
(La teledetección complementa el seguimiento de vigor y humedad, útil para ahorrar agua y detectar fallos de implantación de coberturas.)
Para una pyme agraria, la clave es empezar en pequeño, medir bien y escalar lo que funciona. Las prácticas regenerativas —rotaciones, coberturas y labranza mínima— son una base sólida para mejorar suelo y agua y, si se documentan con MRV, acceder a mercados o programas de carbono con mayor fiabilidad.
Si quieres profundizar en cómo llevar estas prácticas del piloto a la explotación completa, en Menttoriza te acompañamos en todo el proceso: desde el diseño técnico hasta el MRV y la búsqueda de incentivos. Empieza por explorar nuestra página principal y, si buscas aplicaciones tecnológicas complementarias (sensores, drones e IoT para monitorizar suelo y agua), te recomendamos este artículo relacionado sobre agricultura de precisión. Para consultar marcos y guías internacionales sobre suelos, carbono y prácticas sostenibles, visita también los recursos de la FAO